• Avería graves, Luis Palao, 1898. Museo ABC

  • _ir_, Juan López, 2014

  • Paisaje con ruinas, Lluis Rigalt, 1848, Colección Banco Santander

  • _ _ True_e, Juan López, 2014

  • (Im)possible intervention 6, Juan López, 2014

  • (im)possible intervention 8, Juan López, 2014

  • Exposición en sala

JUAN LÓPEZ

RUINAS GRAVES

23 JUN — 07 SEP 2014

Archivo

En su cuarto año, el programa Conexiones continúa su dinámica de buscar entre los fondos de la Fundación Banco Santander y del Museo ABC dos obras a partir de las cuales fomentar un diálogo íntimo con el trabajo del artista seleccionado. Este encuentro es el punto de partida para desarrollar un proyecto de exposición específico.

El cántabro Juan López (Alto Maliaño, 1979) es el artista elegido en esta séptima convocatoria de Conexiones. Su proyecto, realizado específicamente para la ocasión, redibuja el espacio expositivo, volviendo a diseñarlo mediante trampantojos, muros que se descuelgan, suelos que se levantan, estructuras que son alteradas… La exposición describe metafóricamente los efectos de un hipotético disparo de cañón que atraviesa la sala e impacta en su interior, descomponiendo su aspecto hasta desmantelar la percepción habitual que el visitante tiene de los espacios del museo.

El artista propone un recorrido definido por el punto de partida que le proporciona el óleo sobre lienzo y cartón de Luis Palao, Averías graves (1898), procedente de la Colección ABC. Se trata de una magnífica pieza de ilustración periodística, marcada por la actualidad bélica del momento de su publicación, que ofrece el contrapunto perfecto a la ruina clásica que ha querido situar como polo opuesto, al otro extremo de la exposición: el lienzo de Lluís Rigalt Paisaje con ruinas (1848) —una de las mejores obras de su primera etapa—, cedido por la Colección Banco Santander.

El disparo del cañón de Luis Palao es también el pistoletazo de salida para el visitante de la exposición, quien en su recorrido comprobará cómo se perpetúan en el presente los efectos de aquella energía característicamente moderna —encarnada de manera paradigmática en el culto a la máquina y a la violencia de las vanguardias artísticas o políticas durante el primer tercio del siglo pasado—, empeñada en desmantelar el discurso establecido, el sistema de poder y la tradición. Como si el balazo hubiera dado en la diana tras atravesar los espacios del museo, comprobamos al terminar el recorrido la ruina del mundo clásico, el desmoronamiento de su antiguo sueño de orden y estabilidad, tal y como puede deducirse de los restos grecolatinos que nos muestra Lluís Rigalt desde su templo corintio, en una pintura inscrita en la tradición clasicista italianizante de su época.

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