EN SEVILLA – PORTADAS

IMÁGENES DE PRIMERA PLANA

02 MAR — 31 MAY 2022

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Desde el 10 de mayo de 1891 hasta su cierre el 29 de octubre de 2000, la revista Blanco y Negro se mantuvo fiel a su cita con los lectores salvo dos periodos de ausencia, uno, debido a la contienda de la Guerra Civil que va del 19 de julio de 1936 al 14 de abril de 1938, y otro, marcado por una dilatada posguerra que abarcó del 1 de marzo de 1939 al 4 de mayo de 1957. Sea cuando fuere, Blanco y Negro siempre fue una publicación marcada por sus portadas eminentemente visuales y artísticas, con el sello y la filosofía de su fundador y editor, Torcuato Luca de Tena y Álvarez Ossorio. Portadas. Dibujos de primera plana es una pequeña, diminuta, selección de los dibujos (60 obras de 48 artistas) que ocuparon esas primeras planas del semanario con más distribución de su tiempo, el proyecto editorial que revolucionó el mundo de la impresión en España y marcó el estilo de las portadas de revistas durante más de un siglo.

Esta exposición no podía empezar de otra manera que con la primera portada de la publicación, la emblemática obra de Ángel Díaz Huertas que se repitió semanalmente durante el primer año y que se convirtió en toda una declaración de intenciones de la revista. La novedad de la imagen residía en la extravagancia de la escena y sus personajes, una mujer joven a las riendas de un carruaje tirado por una mariposa y una libélula, pura imagen de la fantasía, dos animales en estrecha relación simbólica con el cambio y lo que está por llegar. Al fondo, en el asiento de los pasajeros, invirtiéndose así los papeles, una silueta masculina que cualquiera podía identificar con un cochero ataviado con la tradicional librea y chistera. El coche y los personajes sobrevuelan con rapidez un camino plagado de hojas de papel esparcidas por el suelo en las que se pueden leer algunas de las secciones que ocuparían las páginas de la nueva revista.

A partir del 3 de enero de 1892, la revista se apuntó a la novedosa idea de variar su portada todas las semanas con el consiguiente esfuerzo de creatividad y la colaboración de algunos de los principales artistas e ilustradores del momento. Primero fueron efemérides de especial significado histórico, recreaciones de sucesos de actualidad o escenas cotidianas en blanco y negro. Pero la gran riqueza gráfica estaba por llegar. La introducción del nuevo proceso de impresión de Luca de Tena conllevó una auténtica revolución en el sector introduciendo la impresión en color en la prensa y la producción de un mayor número de ejemplares en menos tiempo, lo que unido a la creatividad de los artistas colaboradores impulsó que las portadas de Blanco y Negro fueran el escaparate de la novedad, del gusto, del estilo y de las corrientes creativas que en los último años del XIX y primeros del siglo XX estaban transformando Europa.

Si en sus comienzos la revista se hizo eco de las corrientes academicistas que dominaban el panorama artístico del momento, poco a poco las formas del art nouveau fueron rompiendo con lo establecido e introduciendo un nuevo lenguaje gráfico, y tras el fin de la Gran Guerra las vanguardias rupturistas se fueron abriendo camino en el gusto de los artistas y del público, todo ello combinado con muestras de pintura costumbrista que siguió vigente en España hasta bien entrado el siglo XX. La Guerra Civil supuso para la publicación un cambio radical, las portadas de los veinte números que se publicaron en ese periodo reflejaban el ambiente bélico del momento. Tras ello, Blanco y Negro volvería a aparecer casi dos décadas después de la mano de Torcuato Luca de Tena y Brunet, nieto del fundador, con la fotografía como gran protagonista de sus portadas dejando a la ilustración circunscrita al terreno de la viñeta humorística y la caricatura, pero aun así, el dibujo ocuparía en ocasiones la primera plana de la revista.

Portadas. Dibujos de primera plana propone un viaje por una selección de esas portadas que sorprendieron a los lectores desde los quioscos durante más de un siglo. Comenzamos el recorrido con las obras de Ángel Díaz Huertas, Cecilio Pla, Luis Palao o Narciso Méndez Bringa, artistas arraigados en el costumbrismo realista, fieles a una pintura virtuosa pero con aires de modernidad en los temas y, sobre todo, precursores del oficio de ilustrador, con destacable capacidad para adaptarse al lenguaje que la industria gráfica demandaba y captar la mirada rápida de los consumidores de revistas. Tras ellos encontramos a los auténticos pioneros del diseño gráfico, Chiorino, Varela, Xaudaró, Galiay y Figal, con obras de gran preciosidad modernista y dominio de la línea y del diseño. No se olvidaban las portadas de paisaje, corriente pictórica que siguió ocupando primeras planas con más o menos carga de realismo o ensoñación según los autores y el momento, representada aquí por obras de Juan Martínez Abades, Mariano Bertuchi o Baldomero Gili, entre otros. Ni tampoco los gustos internacionales que, como el orientalismo, procuraron a los artistas un sinfín de ideas que representar, y así nos lo muestran en sus piezas José Loygorri, Vicente Abar o Adolfo Lozano Sidro.

El desembarco de las vanguardias, con todos sus “ismos”, supuso la sinergia perfecta entre bellas artes y diseño gráfico que generó un rico y variado universo de imágenes para las portadas, Enrique Climent, Almada Negreiros, Francisco López Rubio, Rafael de Penagos, Juan Esplandiú y muchos más formaron parte la abultadísima lista de artistas de la edad de oro de la ilustración. Para finalizar, unas pocas obras nos hacen transitar de la oscuridad de la guerra que proponía el artista José D´Hoy a la chispa humorística de una España en transición y desarrollo a finales del siglo XX, reflejada en las caricaturas de José Gallego y las viñetas de Antonio Mingote.

Desde el 10 de mayo de 1891 hasta el 29 de octubre de 2000 se publicaron 4.244 números de la revista Blanco y Negro con sus consiguientes portadas.