A RITMO DE JAZZ. Art déco en la Colección ABC

EN SEVILLA

12 ABR — 29 SEP 2023

Archivo

En los salones se bailaba al ritmo que marcaban las bandas de jazz. The New York Times hablaba de “el retorno de la música de los salvajes”, se imponía el desenfreno del fox-trot y del charlestón, y Joséphine Baker escandalizaba contoneándose en los escenarios ataviada con una falda de plátanos. Solo los coloridos y exóticos Ballets Rusos le hacían sombra en los escenarios más intelectuales. El cubismo y el resto de ismos empezaban a hacerse fuertes en los salones y galerías pese a los gritos academicistas de “¡Son unos degenerados!”. Era 1925, el disfrute servía de bálsamo para olvidar la Gran Guerra e inoculaba ante el futuro incierto que está por llegar. La ciudad y la noche estaban repletas de flappers, humo y alcohol. París era una fiesta. La arquitectura se iluminaba, las calles se llenaban de velocidad. Por mar, tierra y aire el mundo se conectaba y los edificios se rendían a un nuevo estilo que incorporaba nuevos gustos artísticos, materiales y tecnología. Todo ello puesto en una coctelera, aderezado con el exotismo de África, Centro América y Oriente, y agitado bien,  daría el art déco. A ritmo de jazz se perfiló el nuevo estilo.

El art déco, ese movimiento de difícil definición y acotación, que tardó cuarenta años en tener nombre propio (hasta 1966 no fue bautizado). El estilo que comenzó su andadura en la década de 1910, que se paró bruscamente por la Gran Guerra, brilló con todo su esplendor durante los años 20 y 30, y extendió sus formas  hasta los años 50 del siglo XX. Fue indiscutible protagonista del gusto moderno especialmente tras la Exposición Internacional de Artes Decorativas de París en 1925. La primera de estas características celebrada en el mundo, un evento artístico, pero también de exaltación nacional. El objetivo era parar el auge del diseño y la fabricación austriaca y alemana, y resucitar una industria moribunda. Proclamar al mundo la supremacía francesa en la producción de artículos de lujo… y lo consiguieron.

La Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industrias Modernas de París se inauguró en abril de 1925, con 10 años de retraso debido a la Gran Guerra. Recibió 16 millones de visitantes en seis meses. Fue un escaparate que asumió el reto de mostrar las propuestas más novedosas y originales del momento, desechando todo aquello que tuviera que ver con estilos pasados, que serían revisados bajo nuevos parámetros estilísticos. Era la consagración de un estilo que abrazaba tradición y modernidad, lujo y funcionalidad. Amparado por el racionalismo tecnológico, el nuevo estilo era el triunfo de lo pragmático. La nueva ola bañó todos los campos de la creación, pintura, arquitectura, escultura, pero principalmente las artes aplicadas, el diseño gráfico e industrial, el interiorismo y la decoración, la moda, la música, el cine…

En España, la tendencia déco se había ido introduciendo desde los años 10, aunque más en lo decorativo que en lo arquitectónico, prueba de ello fue la participación española en la Exposición de París. Una veintena de países fueron invitados a participar. La única condición era que las obras expuestas debían ser  completamente modernas, sin copia de estilos históricos del pasado. España consiguió plaza pero rápidamente quedó fuera de juego con un pabellón de estilo regionalista firmado por el arquitecto Pascual Bravo Sanfeliú, un proyecto que remitía a lo arabesco y  al  neomudéjar finisecular, que recibió severas críticas, aunque el arquitecto trató el proyecto con una marcada estilización y un decorativismo que trataba de acercarse a los  nuevos modelos más en boga. En cambio, en el interior del Grand  Palais brillaban las obras presentadas por Rafael de Penagos, Salvador Bartolozzi y Emilio Ferrer, que fueron premiadas por los organizadores, además de las de Ramón Manchón, José Capuz y Tomás Gutiérrez-Larraya y Barradas entre otros. Propuestas muy bien acogidas por los críticos de autores muy presentes en la Colección ABC.

La revista Blanco y Negro y el diario ABC fueron excelentes transmisores del nuevo estilo y contaron con secciones donde el art déco pronto se vio recogido, de ello se ocuparon el nutrido grupo de artistas que aquí se muestran, a los ya citados se unimos a Carlos Sáez de Tejada, Rikardo, Luis Gil de Vicario, Antonio Cobos, Aristo-Tellez, Teodoro Miciano, Antonio Barbero, Carlos García Rosende…. Y escritores, como la Condesa d’Armonville (María de Perales), Monte-Cristo (Eugenio Rodríguez Ruiz), Tomás Gutiérrez-Larraya, Yanka d´Orbok, Eduardo Santonja o Romley (Manuel María Gómez). El selectivo conjunto de dibujos que aquí presentamos es una muestra más de la riqueza de los fondos de la Colección ABC. Con ello hemos querido acercarnos principalmente al mundo del interiorismo de los años 20 y 30 del siglo XX, poniendo énfasis en la distribución de las estancias, sus patrones decorativos, y el mobiliario y objetos que las habitaban. Unas ilustraciones que invitaban, y siguen invitando,  a viajar por una época marcada por la elegancia, el refinamiento y el exceso.

 

  • LUGAR

    La Galería de ABC (Plaza de Cuba, 10, SEVILLA)


  • HORARIO

    Lunes a viernes de 10 a 14h (horario sujeto a disponibilidad por organización de eventos)